Las últimas conclusiones sobre demanda energética, uso eficiente de la energía y sostenibilidad, remarcan que, resulta tan importante encontrar nuevas fuentes de energía limpia como maximizar la eficiencia de la que consumimos. En pocas palabras, la energía de menor impacto en el ambiente es aquella que no se consume, y por ende no es necesario producir.
Los edificios (viviendas, oficinas, industrias, centros comerciales y de ocio, etc.) no requieren para su funcionamiento de la energía en si misma, sino de los servicios que esta produce. La demanda de los edificios se traduce en servicios (electricidad, gas) para lograr confort dentro de los edificios y para que éstos sean habitables, entre ellos podemos destacar, luz y climatización (calefacción, refrescamiento, ventilación). La luz permite utilizar nuestro sentido de la visión para realizar actividades y es también generadora de espacios y ambientes, y otorga a los usuarios confort ambiental y lumínico.
Entre las principales ventajas de la luz natural, mencionamos que es la luz de mejor calidad y cantidad (en ciertas horas del día), es totalmente limpia, está disponible (en mayor o menor cantidad en toda la superficie del planeta), es óptima en términos de reproducción de color (ya que nuestros ojos están adaptados a esta), contribuye a nuestra salud y calidad de vida, y es gratis. El principal problema es su variabilidad (a lo largo del día, mes y año y por las condiciones climáticas) y que no podemos almacenarla cuando no la utilizamos. Muchas veces los horarios de nuestras actividades no están en compatibilidad con la disponibilidad de la luz natural. Otro potencial inconveniente de la luz natural, es que su componente fundamental es el sol y por ello, no sólo ingresa luz a los edificios, también lo hace la radiación solar, que puede producir efectos no deseados en relación al confort interior (exceso de calor, exceso de luz o disconfort visual por deslumbramiento).
En los últimos años, se ha generalizado el concepto de mantener los espacios “controlados y estables” bajo sistemas de acondicionamiento artificial, tanto lumínicos como térmicos, para evitar así variaciones y cambios indeseados en los ambientes de trabajo, vivienda, esparcimiento, etc. Con la aparición de las lamparitas eléctricas y más adelante con el perfeccionamiento de los sistemas de iluminación fluorescente de bajo consumo, la iluminación natural ha perdido terreno en función de la artificial, pero esta tendencia se está revisando y revirtiendo en la actualidad.
Estudios científicos (1) han demostrado que la variación de la luz natural durante el día, (que se considera como un problema) cumple funciones que resultan invisibles a nuestros ojos, como la regulación de nuestro metabolismo, el estado de ánimo y otras funciones de nuestro organismo. Por esta razón los más avanzados sistemas de iluminación artificial están adoptando las variaciones en el color y la cantidad de luz, a lo largo del día.
Por lo expuesto, es importante tener en cuenta en el diseño de los edificios incorporar luz natural, haciendo especial hincapié en la necesidad de controlar la cantidad y la calidad de luz. Para ello es necesario que el usuario posea los mecanismos apropiados para poder adaptar su entorno luminoso a sus tareas y horarios, utilizando al máximo los beneficios de la luz natural. Cuando los sistemas de regulación y control de luz natural no existen o funcionan incorrectamente en los edificios (postigos, lamas, estantes de luz, cortinas), ocurre en la mayoría de los casos, que las aberturas que permiten la entrada de luz natural (que ocasionan problemas de deslumbramiento directo e indirecto o ganancias y/o perdidas térmicas), son clausuradas definitivamente. Con esto, el único sistema de iluminación disponible es el artificial. Por este motivo, existen edificios que pudiendo aprovechar la luz natural, quedan relegados al uso de luz artificial.
Es tarea de los diseñadores de espacios y envolventes edilicias, el diseño de los sistemas de luz natural, teniendo en cuenta el confort de los usuarios en relación a la distribución, cantidad y calidad de luz y la previsión de los elementos de regulación y control del ingreso de la luz (incluyendo el sol directo), hasta el oscurecimiento total. Por otro lado, es responsabilidad de los usuarios demandar la incorporación de sistemas de luz natural en los espacios construidos, ya sean de nueva construcción, reformas y/o rehabilitaciones. De esta manera, lograremos aprovechar la mejor luz disponible, la natural, y además contribuir al ahorro energético; al no tener que utilizar energía para producir luz artificial ni contrarrestar los problemas ocasionados por la mala implementación de sistemas de iluminación natural (climatización y ventilación artificial).
(1) La luz en la arquitectura. Su influencia sobre la salud de las personas. Estudio sobre la variabilidad del alumbrado artificial en oficinas. Laura Murguía Sánchez. Tesis doctoral Universitat Politécnica de Cartalunya. Barcelona, 2002.
*Estudiante de Doctorado en la Universitat Politécnica de Catalunya
Tema del proyecto de tesis: “Reconsideración de los sistemas de luz cenital en la arquitectura deportiva. Propuestas de mejora a partir del análisis de los pabellones deportivos de las Olimpíades de Barcelona 1992”
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